3 / Análisis de Natalia Ponce Rivelli / Miércoles 17 de Marzo, 2010

Exploración del mundo percibido: las cosas sensibles

Si interrogamos en un manual clásico de psicología, nos dirá que la cosa es un sistema de cualidades ofrecidas a los diferentes sentidos y que están reunidas por un acto de síntesis intelectual.

Sin embargo ese análisis nos deja insatisfechos porque no vemos lo que une cada una de esas cualidades o propiedades con las otras y pensamos que las cosas poseen la cualidad de un ser, cuyas cualidades no son sino diferentes manifestaciones.

La psicología moderna siguiendo las indicaciones de Goethe, dice que la cosa posee una significación afectiva que la pone en correspondencia con nuestros sentidos y que si análogamente reemplazamos la cualidad que le confiere cierta significación emocional en la experiencia humana a otras que nada tienen en común, podemos empezar a comprenderlas. Incluso hay cualidades en nuestra experiencia que casi no tienen ningún sentido si se dejan fuera las reacciones que suscitan por parte de nuestro cuerpo.

La unidad de la cosa no esta detrás de cada una de sus cualidades, es reafirmada por cada una de ellas, cada una de ellas es la cosa entera. Sartre escribe en El ser y la nada, que cada cualidad es reveladora del ser del objeto.

Por lo tanto las cosas no son simples objetos neutros que contemplamos. Cada una de ellas simboliza para nosotros cierta conducta, nos la evoca, provoca por nuestra parte reacciones favorables o desfavorables, y por eso los gustos de un hombre, su carácter, la actitud que adopta respecto del mundo y del ser exterior, se leen en los objetos que escogió para rodearse, en los colores que prefiere, en los paseos que hace.

Nuestra relación con las cosas no es una relación distante, cada una de ellas habla a nuestro cuerpo y nuestra vida, están revestidas de características humanas (dóciles, suaves, hostiles, resistentes) e inversamente viven en nosotros como otros tantos emblemas de las conductas que queremos o detestamos. El hombre esta investido en las cosas y estas están investidas en el.

Conclusiones propias a partir del texto de Merleau-Ponty

Desde hace tiempo el hombre se encuentra en una posición de egocentrismo, una carrera alocada de adquirir posesiones materiales y de una extrema importancia a lo estético y externo. Con este proceso el hombre fue alejándose de si mismo, de su yo interior, de su ser primitivo, del vínculo que lo conecta y relaciona con la cosa.

Si tomamos al hombre como energía, como parte de un todo, podríamos empezar a darnos cuenta de que las transformaciones que el individuo realiza en su interior se manifiestan y se plasman en los sucesos exteriores, tanto en su medio ambiente como a niveles artísticos.

En el budismo existe un principio llamado Esho Funi que señala la inseparabilidad del individuo y el medio ambiente. Cambiar nuestras circunstancias implica cambiar primero nosotros mismos. Nosotros y nuestro entorno somos uno. Mientras la ciencia reconoce que la vida surge del medio ambiente y es una extensión de este, el budismo vierte luz sobre el porqué eso es así. Se debe a que el medio ambiente mismo está “vivo” porque el universo rebosa del potencial de la vida. Ese concepto considera al ambiente como la sombra, y a la vida, como el cuerpo. Sin el cuerpo, no puede existir la sombra, y sin la vida, no hay ambiente. De la misma manera, la vida es formada por su ambiente.

Es importante comprender que ésta no es una relación estática. La conexión entre nosotros y la “cosa” es dinámica, viva. Constantemente estamos ejerciendo una influencia con las cosas y las cosas están influenciando en nosotros.

Al comprender este vínculo podemos entrar en sincronicidad, esto significa que desaparece la dualidad que habitualmente sentimos como sucesos “interiores” y “exteriores”, pasando a experimentar que toda cosa esta contenida en la misma totalidad. Esta sincronicidad según Jung, actúa como espejo de los procesos internos de la psique y toman la forma de manifestaciones exteriores de transformaciones interiores. Es como si la formación de patrones del inconciente fuese acompañada por patrones físicos en el mundo exterior, esta restructuración interna produce resonancias externas. Se verificaría así una de las leyes herméticas del universo: como es arriba es abajo, como es adentro es afuera.

Entonces, al poder comprender estos términos y significados y el vínculo con las cosas, podemos ir descubriendo que existe la posibilidad de que esta vida sea una ilusión y que esas extrañas ideas de estar soñando un mundo puedan ser más, la cierta realidad.

Si pudiéramos conectarnos verdaderamente con estas imágenes, sensaciones y símbolos que nos trae el inconciente desde un remoto pasado, desde los arquetipos, como lo hacia Xul Solar que pintaba las formas del bien y del mal, divinidades que rigen al mundo tal como las había “visto” en sus visiones, capaz, solo capaz, podríamos llegar a pintar el olor de los árboles como decía Cezanne.

No hay comentarios:

Publicar un comentario