HABLA / Natalia Ponce Rivelli / Miércoles 24 de noviembre

Cuando nuestra alma (mente) crea o evoca un pensamiento, el signo representativo de este pensamiento existe grabado por sí mismo en el fluido astral, que es el receptáculo, y por decirlo así, el espejo de todas las manifestaciones de la existencia.

El signo expresa la cosa, la cosa es la virtud (escondida u oculta) del signo.

Pronunciar una palabra, hablar, es evocar un pensamiento y hacerlo presente. La potencia magnética del lenguaje humano es el principio de todas las manifestaciones. Para el conocimiento tradicional ancestral, el pronunciar un Nombre es no sólo definir a un Ser sino que lo expone y lo condena por medio de la emisión de la palabra (Verbum) a la posible influencia de una o más potencias ocultas. Las cosas son, para cada uno de nosotros, aquello en que él (el Verbo) las convierte mientras las nombramos. La Palabra (Verbum) o el habla de cada hombre es inconscientemente para él una bendición o una maldición. Por esto, nuestra ignorancia presente acerca de las propiedades o atributos de la idea, lo mismo que respecto de los atributos y propiedades de la materia, es con frecuencia fatal para nosotros.

Sí los nombres (y las palabras) son benéficos o maléficos, son, en cierto sentido, o venenosos o dispensadores de salud, con arreglo a las influencias ocultas unidas por la Sabiduría suprema a sus elementos, esto es, a las letras que los componen y a los números correlativos a estas letras. En gran parte de eso se basa la cábala.

Esto es cierto y aceptado por todas las escuelas orientales de Ocultismo. En el sánscrito, lo mismo que en el hebreo y en todos los demás alfabetos, cada letra posee su significación oculta y su razón de ser; es una causa y un efecto de otra causa precedente, y la combinación de éstas produce con mucha frecuencia los más mágicos efectos. Las vocales, especialmente, contienen las potencias más ocultas y formidables.

Los Mantras (esotéricamente, invocaciones más bien mágicas que religiosas) son cantados por los brahmanes, y lo mismo sucede con el resto de los Vedas y otras Escrituras.

El “Verbo” del Sepher Yetzirah es el número único salido del no-número”, es el principio el UNO eterno. El Uno, se manifiesta (por lo tanto no es eterno en su presencia y ser, pero eterno en su esencia) procediendo de la Voz, la Vâch femenina “de las cien formas” o la Naturaleza. De este número 10 o la Naturaleza Creadora, procede todo el Universo (la cifra oculta, o “0”, siempre procreando y multiplicando en unión con la unidad “1”, o el Espíritu de la Vida).

Hay una conversación entre un brahmán y su esposa, acerca del origen del Lenguaje y de sus propiedades ocultas. La mujer pregunta cómo vino el Lenguaje a la existencia, y cuál de los dos era anterior al otro, si el Lenguaje o la Mente. El brahmán le dice que el soplo de inspiración, convirtiéndose en señor, cambia aquella inteligencia, que no comprende el lenguaje o las palabras, y así abre la Mente. Luego él le refiere una historia, un diálogo entre el Lenguaje y la Mente. Ambos fueron al Yo del Ser (o sea al Yo Superior individual) y le pidieron solventara sus dudas y decidiera cuál de ellos tenía la precedencia y era el superior. A esto dijo el Señor: “La Mente (es superior)”. Pero el Lenguaje respondió al Yo del Ser, diciendo: “Yo, verdaderamente, cedo a (vos) vuestros deseos”; queriendo significar que por medio del Lenguaje, él había adquirido lo que deseaba. Entonces el Yo le dijo que existen dos Mentes, la “mutable” y la “inmutable”. “La inmutable está conmigo” -le dijo- “la mutable se halla bajo vuestro dominio” (o sea del Lenguaje), en el plano de la materia. “A ésta le sois superior”.

Entonces, el Principio vital; aliento de vida, la vitalidad, la fuerza vital, la vida que impregna todo el cuerpo vivo del hombre, la energía o potencia activa que produce todos los fenómenos vitales. El aliento, la vida del cuerpo, que es una parte de la vida o del aliento universal, aparece y alimenta el HABLA. Por eso no hay lenguaje o habla con la exhalación.

El habla es con ruido o sin ruido y el sin ruido es superior al ruidoso. El soplo vital, Prâna, la inspiración, va a Apâna. (Estos dos son las palabras sánscritas que definen a los alientos inspiratorios y expiratorios.) Después se asimila a asimilándose al Udâna que son los órganos físicos del lenguaje.

Vâch (Sánscrito). El llamar Vâch "lenguaje o habla” es deficiente. Vâch es la personificación mística del lenguaje. Es "lenguaje" mediante el cual el conocimiento fue enseñado al hombre y en otro sentido es el "lenguaje místico secreto" que desciende sobre cierto hombres y entra en ellos, como las lenguas de fuego que, segun se dice, "se posaron sobre" los apóstoles.

Es la subjetiva Fuerza creadora que, emanando de la Deidad creadora (el Universo objetivo, su "privación" o ideación) pasa a ser el manifestado "mundo del lenguaje", esto es, la expresión concreta de la ideación, y por consiguiente, la "Palabra" o Logos.

Vâch es el Adán "varón y hembra" del primer capítulo del Génesis, y así es llamada la diosa de cien formas. Voz, lenguaje, elocución, sonido, el Logos, palabra, la palabra mística, el oculto poder de los mantras.

La palabra silenciosa, el habla silenciosa permite el conocimiento de ciertas cosas secretas e invisibles, que únicamente pueden ser percibidas por la mente espiritual (el sexto sentido), y que no pueden expresarse con lenguaje “ruidoso” o pronunciado.

«Todas las propiedades humanas proceden del Uno… de otro modo ningún hombre podría comprender a otro por el sonido» Jacob Boehme.

«En todas las conversaciones entre dos personas se hace referencia tácita a una naturaleza común. Esa tercera parte, o naturaleza común, no es social, es impersonal; es Dios» William James.

«La conciencia es un singular cuyo plural es desconocido» Erwin Schrödinger.


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