DESEO / Manuel Munilla / Miércoles 1 de diciembre

Hacia allí, después de seis días y seis noches, el hombre llega a Zobeida, ciudad blanca, bien expuesta a la luna, con calles que giran sobre sí mismas como un ovillo.

Esto se cuenta de su fundación: hombres de naciones diversas tuvieron un sueño igual, vieron una mujer que corría de noche por una ciudad desconocida, la vieron de espaldas, con el pelo largo, y estaba desnuda. Soñaron que la seguían. A fuerza de vueltas todos la perdieron. Después del sueño buscaron aquella ciudad; no la encontraron pero se encontraron ellos; decidieron construir una ciudad como en el sueño. En la disposición de las calles cada uno rehizo el recorrido de su persecución; en el punto donde había perdido las huellas de la fugitiva, cada uno ordenó de otra manera que en el sueño los espacios y los muros, de modo que no pudiera escapársele más.

Esta fue la ciudad de Zobeida donde se establecieron esperando que una noche se repitiese aquella escena. Ninguno de ellos, ni en el sueño ni en la vigilia, vio nunca mis a la mujer. Las calles de la ciudad eran aquellas por las que iban al trabajo todos los días, sin ninguna relación ya con la persecución soñada. Que por lo demás estaba olvidada hacia tiempo.

Nuevos hombres llegaron de otros piases, que habían tenido un sueño como el de ellos, y en la ciudad de Zobeida reconocían algo de las calles del sueño, y cambiaban de lugar galerías y escaleras para que se parecieran más al camino de la mujer perseguida y para que en el punto donde había desaparecido no le quedara modo de escapar.

Los que habían llegado primero no entendían que era lo que atraía a esa gente a Zobeida, a esa fea ciudad, a esa trampa.

(Italo Calvio, Las ciudades invisibles, “Las ciudades y el deseo, 5”)

Cada ciudad recibe su forma del desierto al que se opone.

(Italo Calvio, Las ciudades invisibles, “Las ciudades y el deseo, 3”)


La distancia es el asunto primordial.
La intensidad de la pulsión es proporcional a la distancia a la que se encuentra el objeto deseado. 
El deseo es esa distancia.
Algunas veces ocurre a la inversa,
y se amplifica a medida que se da una aproximación, 
a medida que los cuerpos se acercan, 
pero
siempre existe un límite autoimpuesto,
porque
la consumación es la gran enemiga del deseo.

(del cortometraje “Un juego absurdo”, dirigido por Gastón Rothschild)



te sueño como sin querer
un cuerpo llamando a otro cuerpo
a pesar de las palabras mentirosas

despierto en el umbral
entre la lógica y el deseo
sabiendo/a pesar mío
que te quiero

...por definición, algo que nunca se satisface, como una dimensión constante en la vida. Alcanzamos objetivos asociados a nuestros deseos... ¿pero los deseos?
Son el motor. Nos hacen mover, progresar, seguir adelante. Si no hay deseo no hay vida, no hay sentido (ni como significado ni como orientación) (…)

Los deseos son genuinos...no se parecen al "querer". Muchas veces "queremos" aquello que creemos conveniente...los deseos no salen de la razón, salen de las pasiones. Salen, se nos salen (…)

Sexo
Chocolate
Se desea lo que no se tiene
Lo más importante
Lo imposible
Playa virgen
No trabajar

Aire de color
Concreto, pero intangible
Cuanto más intangible más se desea
Algo sin cuerpo

Una lista
Oculto
Atracción
Querer ser en otro
Otra
Objeto
Querer ser fuera de mí
Una isla en el horizonte
No ahora
Motor de todo movimiento
colores

expulsión de la energía
es un intento
tendencia incontrolable
desnudez del ser
una sonrisa

(del blog: http://torresdechenoa.blogspot.com/search/label/el%20deseo)

Como esperar: una condición pasiva, inacción,

por más que se aproveche el tiempo haciendo otra cosa.

Deseo es ambición, trascendencia

una cualidad inmanente que nos distingue de los demás seres

La no inmanencia, lo otro.

Sumamente subjetivo, personal e intransferible.

no es aquí ni ahora

no es real, no es presente

alienación, invención, abstracción

es una psicosis

no sé qué quiero, pero lo quiero ya

no sé qué quiero, pero sé lo que no quiero

querer no ser lo que soy ahora

y así como aprehender / consumar

es la anulación del deseo

también es la liberación de un terreno vacuo y fértil

donde ya está naciendo otro

por eso es engañarse, porque no termina nunca

Como la quiniela

el marketing, que es la

creación de necesidades

son deseos ficticios, transposiciones de un otro,

un cuerpo extraño, un virus asimilado.


El verdadero deseo no es impostado.

Casi que se lo calla. Es íntimo.

Es silente. Secreto. Oculto.

Pedir tres deseos antes de apagar las velitas. Para adentro.

Tirar una moneda en una fuente para que se cumpla un deseo. Para adentro.

La lámpara de Aladino.

Deseo es aprehender la otredad.

Deseo es la anulación de la diferencia.

Desear es, ontológicamente, dejar de ser uno, y dejar de estarse, para salir de lo real y pensarse en lo que no existe.

(Manuel Munilla)

“Amarse a sí mismo… la tradición judeocristiana ha ligado este principio cristiano con las nociones de egoísmo y de culpabilidad y después, con los siete pecados capitales. Ha establecido una profunda división entre nosotros mismos y nuestro centro, enviándonos a un hipotético Dios exterior que es amor y al que como contrapartida debemos amar olvidándonos de nosotros mismos. (…) La tradición tántrica es muy sabia. Considera al ser humano allí donde está, con lo que es. No se trata de reprimir, de rechazar lo que es, sino de reconocerlo, tenerlo en cuenta y transformarlo.

(Agnès y Jean-Marie Delacroix, Tantra)

El árbol del bien y del mal, la fruta del conocimiento.

La manzana. Morder la manzana.

Seducir. Rojo, mujer, deseo.

En los sueños del niño los deseos se cumplen.

Tal vez por eso hablamos de sueños como de deseos.

(Manuel Munilla)

“Deseamos el deseo, lo necesitamos, lo queremos, y nos desesperamos si no aparece, si no lo tenemos. Pero las cosas suelen quedar ahí, o está o no está.

¿De qué depende el deseo sexual? ¿qué hace que usted lo tenga o no? ¿es posible buscarlo o siempre debe ser espontáneo? ¿tener deseo es una suerte? ¿usted es capaz de provocarlo?”

“(la testosterona) inequívocamente produce un efecto de incrementar el deseo sexual. Es más. Es la hormona responsable del deseo tanto en el hombre como en la mujer. Cuando los niveles de testosterona disminuyen, el deseo se inhibe o desaparece.”

(…) uno de los estigmas sexuales que arrastramos en Occidente es el considerar que el deseo es algo mágico, algo que surge espontáneamente”.

“(…) cualquier situación sexual que sea vivenciada como peligrosa o destructiva dejará de provocar deseo, ya que activará el centro cerebral del dolor y por ende, inhibirá el centro del placer.

Nuestro cerebro está organizado de tal modo que el dolor tenga siempre prioridad sobre el placer. Es el mismo principio de preservación.”

Todas las personas que suprimen su deseo, lo hacen utilizando el mismo mecanismo (…). Simplemente usted se concentra en aspectos que lo desconectan en lugar de conectarlo”.

(Oscar Yavícoli, El antimanual del sexo)

¿Por qué la gente compra lo que vendés?

La primera cosa que deberías ver es si estás seguro del target al que te dirigís.

¿A quiénes estamos tratando de vender?

Después podemos ver los problemas que tienen, y entonces conoceremos sus deseos.

Las situaciones en las que está la gente no son ideales. Sabemos que todos tenemos muchos problemas sobre los que no hacemos nada; allí es donde encontraremos los deseos.

Debemos ser capaces de descubrir las implicancias de esos problemas, para acercarnos a los deseos, los deseos reales e importantes para ese target.

Eso es el marketing, la creación de necesidades.

El deseo nos saca de nosotros mismos, nos desubica, nos dispara y proyecta, nos vuelve excesivos, hace que vivamos en la improvisación, el desorden y el capricho, máximas expresiones de la libertad llevada al paroxismo. El deseo reivindica la vida, el placer, la autorrealización, la libertad.

Unos planifican su vida, mientras que otros la viven al ritmo que les marca el deseo. El deseo de vivir y de hacerlo a su manera. Por eso sus autobiografías son más descriptivas que explicativas, pues sus vidas no tanto se deben a los resultados u objetivos cumplidos, sino al sentido inherente al mismo proceso de vivir. Y este proceso, de uno u otro modo, lo establece siempre el deseo.

Si bien el deseo rebosa incertidumbre acerca del itinerario, a muchas personas les garantiza la seguridad en cuanto a los pasos dados. Bien entendido el deseo no es una voz oscura, confusa y estúpida, sino que - en una persona madura - es luminosa, clara e inteligente. Las emociones están en la base de los deseos y de la inteligencia se dice que es emocional. Visto de este modo, el deseo se convierte en el portavoz de uno mismo.

(del libro El alma está en el cerebro, de Eduard Punset)

"Sólo hay un principio motriz: el deseo."

Aristóteles

"Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad."

Oscar Wilde

"Todo deseo estancado es un veneno."

André Maurois

"En el fondo amamos nuestro deseo, y no aquéllo que deseamos."

Friedrich Nietzsche

"El deseo muere automáticamente cuando se logra; fenece al satisfacerse. El amor, en cambio, es un eterno deseo insatisfecho."

José Ortega y Gasset

En el fondo de toda neurosis histérica yace un deseo sexual.

De acuerdo con Freud, el inconsciente es la fuente de nuestras motivaciones, ya sean simples deseos de comida o sexo, compulsiones neuróticas o los motivos de un artista o científico. Además, tenemos una tendencia a negar o resistir estas motivaciones de su percepción consciente, de manera que solo son observables de forma disfrazada.

El sistema nervioso como Ello, traduce las necesidades del cuerpo a fuerzas motivacionales llamadas pulsiones (en alemán “Triebe”). Freud también los llamó deseos. Esta traslación de necesidad a deseo es lo que se ha dado a conocer como proceso primario.

Freud consideró que todo el comportamiento humano estaba motivado por las pulsiones, las cuales no son más que las representaciones neurológicas de las necesidades físicas. Al principio se refirió a ellas como pulsiones de vida. Estas pulsiones perpetúan (a) la vida del sujeto, motivándole a buscar comida y agua y (b) la vida de la especie, motivándole a buscar sexo. La energía motivacional de estas pulsiones de vida, el “oomph” que impulsa nuestro psiquismo, les llamó libido, a partir del latín significante de “yo deseo”.

El principio de placer nos mantiene en constante movimiento. Y la finalidad de todo este movimiento es lograr la quietud, estar satisfecho, estar en paz, no tener más necesidades. Se podría decir que la meta de la vida, bajo este supuesto, es la muerte. Freud empezó a considerar que “debajo” o “a un lado” de las pulsiones de vida había una pulsión de muerte.

(http://www.psicologia-online.com/ebooks/personalidad/freud.htm)

"El deseo viene a habitar el lugar de la presencia real y a poblarlo con sus fantasmas".

Freud define a las fantasías como productos psíquicos, una puesta en escena que tiene una indudable relación a los síntomas neuróticos, "satisfacciones de deseos nacidos de una privación o un anhelo y llevan con razón el nombre de sueños diurnos".

(http://www.kennedy.edu.ar/Deptos/Psicoanalisis/articulos/fantasma_presencia.pdf)


Los sueños representan la realización de un deseo por parte del soñador, incluso los sueños tipo pesadilla. Hay sueños negativos de deseos, donde lo que aparece es el incumplimiento de un deseo.

La conclusión general de Freud: los sueños son realizaciones disfrazadas de deseos reprimidos. Según su teoría, la "censura" de los sueños producen una distorsión de su contenido.

http://www.euroresidentes.com/suenos/freud_teoria_suenos.htm

Lo que el sujeto pone en un primer plano al articular la cadena significante es precisamente la carencia de ser, carencia a la que trata de sustraerse en un llamado al Otro que obturaría precisamente lo que es más imprescindible al sujeto, a cualquier sujeto: el deseo. Lo que ese Otro es llamado a colmar con lo que no tiene, --pues ese Otro, lugar de la palabra, también implica esa carencia--, es precisamente el amor, pero también el odio y la ignorancia.

http://www.campolacaniano-valencia.net/biblioteca/La_marca_del_deseo.htm

Pulsión es lo que moviliza al sujeto, el fragmento de actividad que se moviliza en el sujeto, en procura de su meta primordial: la satisfacción. Para lo cual se sirve de un objeto con el cual no tiene más anudamiento que el significante. Entre pulsión y objeto no hay correspondencia originaria, no hay ligazón definitiva ni pre existente más que la dada por la posibilidad del objeto, instalada por la posibilidad significante de llevar a la meta pulsional. Por lo tanto no existe un objeto propio, único, exclusivo de la pulsión. La pulsión y sus objetos son constantes, plurales y parciales mientras el deseo es uno. Entonces entre pulsiones y deseo la relación es que ellas son modalidades del deseo.

En Candilejas, del año 1952, Calvero, un payaso sin gracia, el personaje de Chaplin, transmite a Teresa, (Claire Bloom) una bailarina melancolizada, fallida suicida, que no encuentra el significado de la vida, esta idea: la vida se trata más de deseo que de significado, una rosa es una rosa sin preguntarse por su significado.

Lacan separa la mirada y el acto de mirar. La mirada entonces no está del lado del sujeto sino del lado del Otro: el ojo que mira es el del sujeto, pero la mirada está del lado del objeto y no hay coincidencia entre uno y otra. Al mirar un objeto, éste siempre le está devolviendo la mirada desde un punto en el cual el sujeto no puede verlo. Esta división ojo- mirada es la misma división del sujeto escindido expresada en el campo de la pulsión escópica. El objeto arte cubre un agujero, o rodea adornándolo, un hueco, el vacío que desde la pared nos mira.

El objeto de arte se firma a diferencia de la creación artesanal. Hay una diferencia entre lo utilitario y lo gozable. Es decir deseable es no solo aquello que hace sentido al servir para algo. El impresionismo, por ejemplo, planteó sus obras como la imagen del acto subjetivo de la percepción preponderante en lugar del sustrato objetivo del ver. Devino así el objeto de arte mutable, arbitrario, a partir de la subjetividad trazando de esta manera una dirección a la autonomía del objeto de arte. De modo que el objeto del arte es un producto subjetivo siempre. Encontramos que hay un objeto resultado y un objeto causa de deseo, aunque están en relación, no son el mismo.

El objeto del arte es una apropiación, creación, expresión del artista, que al ponerse en relación con los fantasmas del espectador proporciona cierto goce estético, gracias al cual otra vez coinciden, empatan deseo y significado.

Estamos entonces lejos de los días cuando la rosa era la rosa y no se preguntaba por su significado o su deseo. Pero, ¿Cuál es la verdad de la rosa? La verdad se crea en el sujeto quien llega a serlo través de sus objetos. No hay más verdad en el deseo que la posibilidad significante. Bajo la lógica del goce, sujeto y objeto se equiparan, se adecuan y se homologan. Lo que no difiere mucho del concepto de que fantasma es la manera que el sujeto construye para hacerse objeto del gran Otro. Para estar en relación con el Otro y sostener una existencia simbólica.

(Deseo, significado y goce: objetos en arte y en psicoanálisis, por Yolanda Vega, http://viviendoconfilosofia.blogspot.com/2010/02/deseo-significado-y-goce-objetos-en.html)

FRONTERAS INÚTILES

un lugar

no digo un espacio

hablo de

qué

hablo de l oque no es

hablo de lo que conozco

no el tiempo

sólo todos los instantes

no el amor

no

no

un lugar de ausencia

un hilo de miserable unión

(Alejandra Pizarnik, Los trabajos y las noches, 1965)

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