Eckhart: visión del arte V / Resumen de taller / agosto 10

«La forma, la idea o la semejanza de una cosa (una rosa, por ejemplo) está presente en mi alma por dos razones. A) porque a partir de la aparición de su forma mental puedo pintarla en materia corporal (de modo que hay una imagen de la forma de la rosa en mi). B) porque por la idea subjetiva de la rosa reconozco la rosa objetiva aunque no la copie.

(De la misma manera que puedo llevar en mi mente la noción de una casa que no tengo la intención de construir nunca»).

«Para hacer un cuenco un hombre toma arcilla (ese es el medio en el que trabaja). Entonces le da una forma que tiene en él (que es más noble que su material)». Esa forma existe en la mente del artista, «es la facultad del alma, con la que el alma piensa. Es capaz de pintar las cosas que no están ahí, puede ver cosas (como los ojos, o mejor). (Puede ver una rosa en invierno cuando no hay rosas).

Por lo tanto, por esa facultad, el alma produce cosas de lo no-existente como Dios que crea las cosas de la nada. «Para expresarse propiamente una cosa debe proceder desde dentro, movida por su forma; no debe entrar desde afuera, sino salir fuera desde dentro».

De la misma manera que «el alma es la forma del cuerpo», así el arte en el artista es la forma de la obra: «el corte de la madera viene de la sierra; pero que asuma la forma de una cama viene del diseño del arte» (en el artista). «La forma de la cama no está en la sierra ni en el hacha, sino en un cierto movimiento hacia esa forma», Santo Tomás. Citando también a Avicena, «todas las formas que están en la materia proceden del concepto del intelecto».

El surgimiento de la imagen no es por un acto de voluntad humano o divino. La imagen surge cuando la voluntad está en reposo. Una imagen «recibe su ser de la cosa de quien ella es la imagen, que es un producto natural, anterior a la voluntad, y la voluntad sigue a la imagen».

El proceso estético es: lo que digo «surge en mí, entonces me detengo en la idea, y en tercer lugar lo expreso». «Cuando una palabra es concebida en la mente, es una cosa sutil, intangible pero ya es una verdadera palabra cuando toma figura en mi pensamiento. Después, cuando es pronunciada en voz alta por mi boca, es sólo una expresión exterior de la palabra interior».

«La mente ve y formula y la voluntad quiere y la memoria lo aprehende».

En cuanto a la obra, «Trabajar y devenir son lo mismo. Cuando el carpintero deja de trabajar, la casa deja de devenir. Detén el hacha y el crecimiento se para».

El proceso estético es triple: 1) la idea en germen, 2) toma figura o forma ante el ojo de la mente, y 3) la expresión exterior en la obra.

El primer acto es el efecto de la atención dirigida a un objeto dado. (Al artista se le encarga pintar algo en particular, una flor o un ángel u otro objeto.) «Antes de que mi ojo pueda ver la pintura en el muro ésta debe filtrarse a través del aire, y en una forma aún más tenue, ser llevada adentro de mi fantasía para ser asimilada por mi comprensión».

El modelo del artista es siempre una imagen mental. El ojo es un espejo: el ojo ve un objeto, de semejante a semejante». Pero si yo veo, es sólo un como si, pues «Si el ojo fuera intelecto, yo no vería nada». «Yo veo» indirectamente por medio del ojo, como instrumento. El instrumento sirve debido a una facultad del alma pero alejada de la materia. «Substrae la mente, y el ojo está abierto a ningún propósito».

Mi ojo ve plano, pero veo en relieve, aunque ese relieve no sea un hecho, sino una idea de relación. Es decir, el ojo ve simple, pero el intelecto ve complejo por una actividad de relación. El aspecto inmaterial permite reconocer lo que el ojo ve, por lo que se puede pretender comprender.

«El alma conoce sólo en efigie», no en sí mismo, sino próximo a como las cosas son en Dios, idealmente. No puedo ver lo que mi ojo ve (sensiblemente) ni oír lo que mi oído oye como vibración, sólo puedo conocer racionalmente, por medio de una imagen. «Podemos ver la luz del sol sobre un árbol, pero no podemos aprehender al sol» excepto como una idea. Como la ciencia moderna, que conoce la materia sólo en fórmulas matemáticas, no en la sensación.

Por todo esto desde el punto de vista escolástico un arte naturalista o visual, hecho para los ojos (es decir, para procurar sensaciones tan idénticas como es posible a las evocadas por el modelo mismo), y sólo para los ojos, es irreligioso o idólatra (ya que la la idolatría es el amor a las criaturas como son en sí mismas). Lo único que puede parecerse a lo natural es su reflejo en el ojo (que es una sensación, no una comprensión) (puesto que el ojo no tiene ninguna comprensión propia y permanece incomprensible para el intelecto; es un caso de desemejante a desemejante).

La naturaleza y el arte son semejantes sólo en la idea, de otro modo son irreconciliables.

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