Hualu, la tortuga / Miércoles 24 de junio / Juan Liberman

En el viaje por excelencia que las almas o Dobles de los difuntos realizaban por los laberintos del Uray Pacha o Mundo Subterráneo, eran acompañados por un animal que les indicaba la senda. Los indígenas no excluían al animal del mundo de la Espiritualidad, lo equiparaban o ubicaban en el mismo nivel que al humano.

Hualu configura un ciclo mítico peculiar; la Tortuga, fue considerada por los indígenas como un animal procedente del Uray Pacha, por tanto, mensajera de los Dobles o ánimas de los Difuntos.

Se le atribuye el papel de intermediaria capaz de facilitar el contacto entre el Shamán y el Mundo de los Muertos. También Pacha Mama, en cuanto Sacralidad dueña de la Tierra, se manifiesta por medio de este animal.

Los Dobles de los Difuntos podían encarnarse y renacer bajo la forma de una tortuga.

Se representa en modelados o tallas sobre las vasijas, patas, cabeza, cola con función de asa, en su postura natural, o con el vientre hacia arriba. La última postura se relaciona tal vez con la necesidad de agua; la tortuga sufriendo sed hasta que una mano salvadora (Pacha), la dé vuelta. En cultos acuáticos, propiciadores de lluvia, estos vasos eran utilizados como receptáculos de rapé, polvos (picaduras de semillas del Cebil) y vegetales alucinógenos de uso shamánico, o como morteros para moler esas semillas y picar vegetales.

También aparece representada en pequeñísimas esculturas de cerámica, que usaban como amuleto, celosamente oculto entre la ropa. Los amuletos o Waqankis con la forma de Hualu, protegían contra el Daño y otorgaban poderes especiales a quien los necesitaba para fines de tipo espiritual o místico.

Tanto en Extremo Oriente, China, Japon, Tibet, India como en America del Norte la tortuga es ante todo soporte del mundo y siempre ha sido un símbolo de sabiduría y longevidad. Se debe a su larga vida y a su indolencia y a su discreción frente a los eventos que marcan el ritmo del mundo. La lentitud de desplazamiento la hace figurar como digna representante de la sabiduría y del arte de tener toda la eternidad delante de si.

Es impresionante constatar de que manera la tortuga ha marcado el espíritu de la civilización China. Las primeras huellas de la escritura china remontan a 35000 años y que sus ideogramas primitivos, cuando eran gravados sobre piedra, lo eran sobre caparazones de este animas. Por otro lado las escrituras de los antiguos quedaban gravadas por la eternidad si el soporte era la caparazón de la tortuga.

La longevidad de la tortuga y la estabilidad de su cubierta ha intrigado a adivinos durante siglos, después de su muerte, los que le atribuyeron el conocimiento del futuro escondido en los motivos del caparazón. Arrojándolo algunos minutos al fuego de la tierra, podían verse sobre el caparazón los espiritus celestes en comunicación con los hombres, inscribiendo símbolos en las quebraduras y en las figuras causadas por el fuego.

Para los chinos, en provincias de montaña, el tener una tortuga bajo el techo concede una protección divina a la familia. No existía templo Taoista o Budista que no tuviera una tortuga para protección de la vida.

Para el Tao cinco son los elementos para construir los ladrillos del mundo, madera, metal, fuego agua y tierra. Esto está asociado con cinco estaciones, con cinco colores y cinco animales, uno de ellos es la tortuga..

En la cosmogonía china el mundo es portado por cuatro elefantes, a su vez sostenidos por una tortuga. Esta visión del mundo proviene de la India, donde también encontramos lo mismo. La tortuga encarna en el espíritu hindú el símbolo de la fuerza y del poder creador.

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