SANGRE / Fernanda Tramontani / Miércoles 11 de agosto

Al ser vehículo de la vida, cuando se derrama significa la muerte. Asimismo, para todas las culturas, beber sangre del derrotado es un acto de posesión.

La sangre provee una resistencia organizada contra cualquier agresión al cuerpo. Y es en ese mismo sentido, que para los cristianos, la Sangre de Cristo limpia todos los pecados. La Sangre del Hijo de Dios es la esencia misma de la Pascua, del sacrificio del Cordero (de Dios) que quita (limpia) el pecado del mundo. Tiene tanto poder que solo con tener fe en Su Sangre, se puede experimentar una limpieza del pecado: es la puerta a la salvación. Y el vino es elixir que la representa, así como el pan es el símbolo espiritual de Su Cuerpo.

La sangre que fluye de la herida de Cristo recogida en una copa, que se conoce como el Grial, es por excelencia el brebaje de inmortalidad.
Se observa el uso de un simbolismo del mismo orden en el juramento de la sangre de la antigüedad y de las sociedades secretas chinas. Esos juramentos de sangre son ritos de alianza practicados incluso por los Templarios, pero es sobre todo característico del extremo oriente. Es un juramento de fraternidad entre guerreros.
La sangre asocia el rojo a la guerra, y a su dios Marte, como al rojo planeta con su nombre.

Homero describe en un canto de la Ilíada el momento en el que Afrodita fue herida por Diomedes: Brotó la sangre divina, o por mejor decir, el icor; que tal es lo que tienen los bienaventurados dioses, pues no comen pan ni beben vino negro, y por esto carecen de sangre y son llamados inmortales.

En la mitología griega, el icor era el mineral presente en la sangre incolora de los dioses. Esta sustancia mítica, de la que se decía a veces que también estaba presente en la ambrosía o el néctar que los dioses comían en sus banquetes, era lo que los hacía inmortales. Cuando un dios era herido y sangraba, el icor hacía su sangre venenosa para los mortales, matando inmediatamente a todos los que entraban en contacto con ella.

El sacrificio se revela como uno de los modos más importante con el que hombres y mujeres intentan una conexión divina dentro de la ceremonia de un culto especial en el que se cristalizan las expresiones de devoción, servicio y búsqueda de una realidad sobrenatural. Los sacrificios con derramamiento explícito de sangre es patente en los ritos griegos, judaicos, romanos y como vimos, cristiano. El simbolismo de comer el cuerpo y beber la sangre es una pieza clave de la identidad de Dios con el hombre.

En las tribus de cazadores-recolectores del paleolítico la analogía entre la menstruación y el éxito en la cacería, marcado por el derramamiento de sangre, otorgaba a las mujeres un papel clave en las estrategias de caza al serles reservadas las tareas de conducción de las manadas hacia las trampas donde aguardaban los hombres armados.

Los dioses de los aztecas necesitaban sangre o "agua preciosa" para recuperar energía vital. La “muerte ritual de un ser humano" era el rito con el cual debía culminar en Tenochtitlan cualquier ceremonia de gran importancia. Moctezuma mandó sacrificar a diversos individuos antes de recibir a los enviados de las costas, debido a que ellos "habían hablado con los dioses", y con esas muertes se liberaba la energía necesaria para conservar la armonía cósmica. Debido a que los dioses en algún momento se sacrificaron por los hombres, ahora les tocaba a ellos alimentar a los dioses para mantener este equilibrio.
Los mexicas vivían totalmente amedrentados por si el sol, que necesitaba sangre, nunca más volvía a resurgir y por tanto la fertilización de la tierra y todo lo que la naturaleza les brindaba terminaba por desaparecer. Según diversos mitos, la sangre da nacimiento a las plantas e incluso a los metales.
En la antigua Camboya el derramamiento de la sangre en el curso de justas o de sacrificios daba la fertilidad, la abundancia y la felicidad. También presagiaba la lluvia.
En la Polinesia el sacrificio afectaba a miembros de la propia tribu, elegidos por su pureza, cuyo derramamiento de sangre era utilizado para complacer a los dioses. En China, el intercambio de sangre también se practicó como rito matrimonial con la misma significación, la de unir lazos.

En países de Oriente y de Occidente aun persisten prácticas destinadas al derramamiento de sangre encuadrados en las festividades religiosas. El ciclo vital del pueblo huicholes, aparte del bautizo y de los ritos funerarios, se caracteriza por un gran número de ritos como el sacrificio de un animal cuya sangre hay que dejar junto a la tumba de los antepasados.
Los nativos de Papua (Nueva Guinea) se infringen heridas en las fosas nasales para congratularse con las divinidades a través de copiosas hemorragias; y algunos aborígenes de Hawai y Australia practican el ritual de darse cortes en el pene para provocar un sangrado, repitiendo la acción periódicamente.
En Fidji se practica la subincisión (mutilación del pene, consiste en un único corte, de un extremo a otro, hacia la uretra. Como resultado el pene adquiere una forma achatada) de la uretra masculina con carácter terapéutico, mientras que en Australia tiene un sentido mágico (jóvenes varones sentirían una envidia de la vagina, específicamente de la menstruación, dado que la sangre es protagonista de los rituales de la subincisión).
[Se persigue con ello poner de manifiesto una hemorragia genital y remedar la circuncisión imitando la bipartición del pene propia de algunos marsupiales. En este fenómeno hemorrágico, en el caso de los varones, la sangre fluye desde el órgano genital constituyendo, en algunas culturas, un rasgo de fertilidad que emula a la menstruación. Un afán de imitación del sexo femenino impulsa a los indígenas a parecerse a sus mujeres, cuya tendencia al sangrado las relaciona con las prácticas guerreras y las actividades de caza.]

Las mujeres sangran en momentos clave de su vida: menarquía (que es la primera menstruación), desfloración, parto- y, a intervalos regulares, con la menstruación. El dramatismo cultural de la menstruación se consolida al coincidir con el ciclo lunar establecido en 29 días. La relación entre lo menstrual y lo astral se ha interpretado como algo sobrenatural por todas las civilizaciones desde la prehistoria, contribuyendo a la sacralización de la sangre.

La regularidad de la menstruación, unida a la sincronización con el ciclo lunar y a la coincidencia entre mujeres de la misma comunidad, convirtieron un fenómeno natural en un acontecimiento de relevancia pública y de observancia ritual, si bien los tabúes contra las mujeres menstruantes "tienen una distribución universal y se mantienen de forma racionalizada en nuestra sociedad".

La sangre corresponde también al calor vital y corporal, opuesto a la luz, que corresponde al aliento y al espíritu. En la misma perspectiva, la sangre, principio corporal es el vehículo de las pasiones.

La sangre es considerada por algunos pueblos como el vehículo del alma, lo que explicaría, según Frazer, los ritos de sacrificio en los cuales se toma gran cuidado en no dejar que la sangre de la víctima se derrame sobre el suelo.

[En Nueva Zelanda todo objeto que reciba aunque no sea más que una gota de la sangre de un gran jefe resulta con ello sacralizado. Hallamos aquí de nuevo el simbolismo de la comunión por la sangre o del lazo de enfeudación por el juramento de sangre.

Ciertos mitos del fin del mundo de los pueblos uralo-altaicos del Asia central ilustran de manera sorprendente la asociación sangre-fuego celeste. En uno de esos mitos (de los iurak del círculo de Obdorsk), el mundo perece por un incendio causado por la muerte de un árbol sagrado que derrama su sangre al desplomarse, y esa sangre que chorrea sobre la tierra se transforma en fuego.

Para los tátaros del Altai es un héroe enviado por el Dios supremo que, combatiendo contra el diablo, derrama sobre toda la tierra su sangre que se transforma en llama.

En un poema alemán del siglo IX, lo mismo que en las revelaciones rusas del pseudo Metodio, es la sangre de Elías, combatiendo al Anticristo, la que prende fuego y devora la tierra.

En el Cantar de los Nibelungos, un poema épico medieval anónimo, Sigfrido mata a un dragón, llamado Fafnir, y al ungirse con su sangre se hace inmune a todo mal.]

[Elizabeth Bathory, llamada "La Condesa Sangrienta" (1560-1614), fue una aristócrata húngara famosa en Europa por su belleza. Fue acusada de secuestrar (en la actual Eslovaquia) a numerosas doncellas vírgenes, nobles y campesinas, a quienes torturaba y desangraba hasta la muerte para obtener la sangre que usaba en sus baños, y bebía, como parte de prácticas de magia negra. Así pretendía conservar su belleza. Descubierta, Elizabeth por su condición aristocrática y la importancia política de su estirpe se le perdonó la vida pero fue condenada a vivir emparedada —puertas y ventanas— en una torre de su propio castillo, sin tener contacto con nadie, ni siquiera un sacerdote, y a recibir su alimento como un animal salvaje, por un tragaluz. En sus aposentos sellados para siempre murió sin cruz y sin luz, como relata la crónica de la epoca en 1614.]

[El vampirismo proviene de especies de murciélagos americanos que se alimentan de la sangre. Pero también se aplica al mito del vampiro humano, como el famoso Conde Drácula. No es nada probable que estos seres hubieran existido realmente. Aun así existe una enfermedad, la porfiria, que por la naturaleza de sus síntomas podría haber alimentado la imaginación popular sedienta de seres sobrenaturales. Esta enfermedad provoca que la piel se vuelva muy sensible al Sol, anemia, y que algunos tejidos se degraden, produciendo un recorte de los labios y afinamiento de las orejas. Todas estas, características propias de los vampiros. Esto explicaría también la necesidad de sangre y la aversión a los ajos, puesto que se ha demostrado que los ajos contienen alquildisulfuro, un compuesto que destruye moléculas del tipo de la hemoglobina. Para acabar de dar forma al mito, se sabe que el aumento de las historias de vampiros coincidió con una epidemia de rabia, una enfermedad contagiosa que provoca agresividad e hidrofobia (miedo al agua). Esta podría ser una explicación de por qué los vampiros rehuirían el agua (bendita o no bendita) y por qué se creía que el vampirismo se transmitía con mordiscos.]

El rojo está determinado por dos experiencias elementales: el fuego y la sangre. Fuego y sangre tienen un significado existencial.

La sangre simboliza todos los valores solidarios del fuego del calor y de la vida, que se emparentan con el sol. A estos valores se les asocia todo lo que es bello, noble, generoso, elevado.

La sangre está ligada al color rojo, el color del fuego. El rojo es para muchos pueblos el primero de los colores por ser el que está ligado más fundamentalmente a la vida. Fue el primer color que recibió nombre.
Adán, significa rojo.

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