Káyman, caimán, yacaré / Miércoles 14 de julio


Gran saurio acuático de las regiones selváticas amazónicas. Este mitograma aparece portador de grandes mandíbulas dentadas y alargadas, por lo que no se confunden con las del Felino. Se trata del Káyman o Caimán o cocodrilo o yacaré, cuyas enormes fauces eran consideradas la entrada al Uray Pacha o Mundo de los Muertos, por tanto, devoradoras de toda vida humana y animal, mortales y transformativas mientras se hallen en el Kay Pacha o Mundo Terrestre.

Algunos etnólogos afirman que el Káyman en el Amazonas, era considerado “fuente de la vida”, es decir, el orígen o boca de salida por donde los humanos emergieron del Mundo Subterráneo (Uray Pacha) para entrar a la existencia visible (Kay Pacha).

El Káyman originario era asimismo fuente de toda forma de vida puesto que de su boca también surgieron las plantas (alimentos). La mandíbula superior alude al Hanan Pacha y la inferior al Uray Pacha. Esa bipolaridad aparece dibujada en mitogramas incisos de carácter anatrópico, que contraponen claramente e intencionalmente ambos mundos y destinos.

Con frecuencia aparecen en un mismo mitograma el Caimán y el Felino; ello obedece a un ciclo mítico ancestral, según el cual el felino era intermediario entre el Caimán y los humanos, a través de la mediación shamánica. Estos Entes Sacralizados, se hallaban integrados, y por tanto representadas sus fauces y cuerpos en un mismo ciclo mítico, no son excluyentes sino, complementarios.

Las Plantas Sagradas habían surgido de las fauces del Caimán, razón por la que éste aparece representado en escenas Shamánicas.

Los petroglifos (representaciones grabadas en rocas o piedras) de Boca Chaquimayo (Amazonia puneña, Perú) representan, junto con los de Pusharo en el vecino departamento de Madre de Dios, quizás las manifestaciones rupestres más sobresalientes de la Amazonia suroriental peruana.

Se trata de grabados sobre seis bloques líticos emplazados sobre una terraza elevada encima de la estrecha garganta del río Chaquimayo. Se destacan por su rico y variado repertorio iconográfico de clara filiación cultural amazónica.

Llama la atención la frecuente representación de figuras sauriformes o del lagarto, en diferentes formas, tamaños, posiciones y combinaciones (hombre-lagarto o saurio humanizado), y el tema relativamente frecuente del astro solar y de la serpiente, elementos trascendentales de los mitos cosmogónicos de los pueblos amazónicos.

Para distinguirlos de otros animales, los autores de los grabados representaban los lagartos con las extremidades delanteras flexionadas hacia arriba y las traseras hacia abajo.

Otro motivo que llama la atención, es una figura lagartiforme de grandes dimensiones, de cuerpo descomunalmente ancho y cabeza triangular, sin cuello, con las extremidades traseras dobladas hacia abajo y las delanteras hacia arriba. En el interior del cuerpo aparece un pequeño animal de formas similares, pero con rasgos más antropomorfos y sin cola. No se descarta la posibilidad de que se trate de la figura de un animal preñado (quizás lagarto) representado en el estilo radiográfico.

En Boca Chaquimayo el lagarto es representado, de manera realista, sin rasgos humanos, o en lo que parece ser un estado de metamorfosis, adquiriendo forma de un ser teriantropo, un hombre-lagarto, figura muy difundida en la iconografía amazónica y andina, similar a las del hombre-felino y hombre-serpiente. Es posible que algunas de estas figuras que muestran una combinación de rasgos zoomorfos y antromomorfos y otras figuras no identificables sean representaciones de seres míticos o de visiones chamánicas.

No queda duda de que la “Boca” como llaman los Sangabinos al sitio, debe haber sido un lugar sagrado, donde los líderes espirituales de la étnica perpetuaban en piedras escogidas su percepción del cosmos, episodios de sus mitos, la creación, el alumbramiento y la metamorfosis de los seres naturales o supranaturales, de sus héroes culturales o de los espítirus de la etnia.

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