PENE / Fernanda Tramontani / Miércoles 13 de Octubre

tejido eréctil masculino,
de glande cono sensible
y sujeto prepucio: frenillo

¿tamaño?
con lo masculino:
no relacionado

flácido interactivo,
psicológico, venoso
y erectivo

cavernoso de sangre
y posible erección,
semen seguido, viscoso

y blanquecino,
oh, oh, oaaah

El dios de los pilares para señalar y proteger las lindes donde a veces se grababan textos cívicos, el de los pilares de frontera, de marcas y monolitos, el HERMES griego, es una divinidad fálica por asociación, representado en hermas, pilares.
Colgados como joyas, como amuletos del cuello de niños, de honradas matronas, como talismanes de señores romanos, esculpidos en las calles y en las casas, fue un objeto de uso cotidiano.
El sexo de los hombres era visible en las palestras, donde los jóvenes desnudos practicaban deporte, en las calles, donde los bellos efebos se paseaban con sus cortas túnicas (clámides) abiertas en el costado, y en los teatros, donde los actores en los dramas satíricos usaban calzones fálicos. En los mercados o santuarios, rodeados de estatuas masculinas desnudas, o de hermas con los genitales en erección. En los cementerios, con tumbas señaladas con esculturas y relieves de hombres desnudos. En las casas, con vasos de perfume en forma de falo, o copas para el banquete con pie fálico.
Por tanto, Grecia y Roma se rodeó de penes en ruego a la mágica fuerza germinativa de la naturaleza.
Sin embargo, así como en la época clásica de Atenas el falo se podían ver expuesto por todas partes, los genitales femeninos se escondían en la oscuridad de las habitaciones privadas.
El sexo femenino permanece oculto, incluso para su dueña, mientras que el pene es visible y con voluntad propia para cambiar de forma y textura. Dibujada, descontextualizada, una vulva no es fácilmente comprensible, pero un pene, incluso reducido a la máxima simplicidad, es fácil de individualizar, de dibujar, de entender.

La más antigua representación fálica tiene unos 30.000 años. Es el falo Hohle encontrado en Alemania y mide 20 centímetros de largo y 3 de diámetro.
A partir de ese antecedente, es fácil encontrar el culto al pene como símbolo reproductor en prácticamente todas las culturas y sociedades de la historia humana, en todos los continentes.
Por ejemplo, durante el período precolombino americano, el falo estuvo asociado con un desempeño mítico, envuelto dentro de un ovillo de rituales y cosmología. La representación bien definida, en las figuras escultóricas y pictóricas, de los genitales externos, tanto femeninos como masculinos, evidencia la naturalidad con que se relacionaban con su sexualidad genital. Dioses, sacerdotes y chamanes, imágenes ancestrales, guerreros, animales sagrados y también los sarcófagos, demuestran su género por falos tallados.

La cultura Tumaco en la vertiente del pacífico es otra muestra de cerámica de extraordinaria perfección donde se representan figuras en escenas eróticas, acoplamientos, parejas abrazadas y en algunas de ellas, como en el hombre jaguar, el artista exagera los rasgos de la boca, de los colmillos y del pene para demostrar particular fiereza en la figura.
Mas al norte, los indígenas norteamericanos tenían a Kokopelli quien representa una divinidad de tonos fálicos proporcionaba las cosechas con su fertilizante música de flauta, y aún hoy día es bienvenido en los hogares de los supervivientes de estas culturas.

La era cristiana, trató de erradicar cualquier concepto divino que se tuviera con el pene ya que se estableció una doctrina en contra del placer carnal a favor del espiritual y así alcanzar el ascenso al paraíso. Se redujo tanto su status que solo debería ser usado para la micción y la reproducción. Aunque sin embargo, en cuanto tuvo los medios técnicos, especialmente en el caso del catolicismo, desarrolló el culto a la construcción de altas torres que penetran el cielo, como si el casto falo transportara hacia arriba, como vehículo de proyección espiritual, como elevadores de sus miradas y ruegos. La elevación, como símbolo de poder.
Entre los siglos XVII y XIX europeos, se promovió una nueva perspectiva de la naturaleza y la fisiología del pene lo que promovió su nueva erección, su resurgir social, aunque seguía siendo tabú. Se publicaban ilustraciones de libros y guías sexuales donde se practicaba sexo con consoladores, gangbangs (violación múltiple o colectiva) orgías, felaciones y todo tipo de acrobacias sexuales.

Más acá en el tiempo, Freud distinguió la importancia que tiene el pene en la psiquies social, que es visible y evidente en los símbolos más cotidianos, pero remarcó también la enorme represión sexual de la sociedad occidental.


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