Ampatu, el sapo / Miércoles 9 de junio / Silvia Creo


Mitogramas, por definición, son representaciones de animales que coexisten con signos geométricos variados, como soporte de tradiciones orales que hablan de la relación del hombre con su entorno. Sirvieron como símbolos mnemotécnicos para recordar historias míticas familiares, creadas para lograr la cohesión del grupo. Por extensión son imágenes gráficas que rememoran la historia mítica de un pueblo o linaje, apoyándose en relatos orales que les dan sustento y que las imágenes ayudan a recordar. Sirven para mantener unidas familias o grupos, por la creencia de descender de un mismo antepasado mítico. Por apropiación son conjunto de imágenes surgidas de nuestro pasado más remoto, evocadoras de historias reales o míticas que se quedaron sin voz. Iconos recuperados que esperamos nos vuelvan a hablar.

El símbolo Sapo, significa toda una suerte de mensajes complejos en diferentes circunstancias de la cotidianidad.

En los mitogramas sobre cerámicas y en la mitología andina popular, se lo relaciona con Pacha-Mama, deidad andina de máxima valoración existente en el panteón teológico y cultural. La madre tierra (Pacha-Mama) es simbólica y mitológicamente representada en el mundo andino por tres animales el sapo, el lagarto y el puma.

.Según un antiguo mito preincaico, la serpiente Amaru maldijo al sapo, por lo cual éste representa la tierra reseca sufriente por necesidad de agua. Se suponía que su croar llamaba y atraía a Mama Hauca, y con ello a las lluvias benéficas. El sapo con sus gritos pide lluvias.

Las representaciones de Pacha Mama o Madre Tierra universal que asume el Sapo, se ve reforzada en muchas urnas santamarianas en las que aparece una estilización romboidal de Ampatu, en cuya panza se halla dibujado en negro el símbolo de la Cruz cuadrada o Tawa, indicativo de la cuadripartición cósmica espacial de nuestras culturas andinas. La cruz ritual estaría indicando una relación con lo cósmico y lo religioso y una interrelación entre los seres que la presentan.

Fue animal totémico y sacralizado tanto por culturas andinas como por las amazónicas, y muy especialmente por las pampeanas. En efecto era reverenciado por los mapuches y también por los charrúas. Se prohibía matarlo, ya que se lo consideraba portador de buenos anuncios, abundante sustento y lluvias benéficas.

Existen testimonios que dan cuenta que el sapo vive dentro de la tierra y que solo salen cuando es tiempo de lluvias, para cuidar las chacras porque es el espíritu de la misma Pacha-Mama.

En la dimensión ritual, el sapo es uno de los inspiradores y motivadores que se distribuye y difunde a nivel latinoamericano, así por ejemplo, en el Santuario de la Virgen de Copacabana (Bolivia), en ese lugar en la festividad del 5 de agosto, los peregrinos adquieren el sapo con fines benéficos, como tener bienes duraderos, plata o dinero, trabajo. El sapo se confecciona de arcilla o piedra envuelto con serpentina y por lo general atado a un objeto pequeño de la figura votiva. Se coloca en un lugar especial o rincón ritual, sagrado que las familias andinas poseen en su casa. A modo de icono sagrado para que se materialice, realice o efectivice

El sapo oníricamente representa dinero, es decir el runa que sueña con muchos sapos, es porque va a tener dinero. Expresión que está ligada a la primera observación, es decir, de ser el Sapo simbolización de la madre-tierra, que da frutos o bienes para la subsistencia de sus hijos.

El sapo en el sistema médico andino tiene presencia en dos formas. Una como medio negativo, portador de brujerías, por lo general lo usan para representar a la misma víctima. El Sapo simbólicamente representa a la persona que se desea hacer daño, a quien los especialistas “layqas” o brujos de misa negra, o maleros, desean hacer daño. Es decir el sapo cumple la función de médium entre el especialista negativo y la víctima, para la efectividad del acto.

La otra forma es como medio benéfico, un medicamento, pues se le usa para frotaciones corporales, denominadas “limpia” o “muda” que tienen la función de succionar la enfermedad. La frotación se hace con sumo cuidado. Jamás se hace con la espalda del sapo, siempre con la panza.

También el sapo simbólicamente es integrante de la constelación de nubes oscuras de la astronomía de los indígenas andinos. El éxito de los cultivos, y con ello la supervivencia de las comunidades indígenas andinas, depende de la interpretación correcta no sólo de algunos indicios aparentes tales como el volumen de lluvias, temperatura y patrones eólicos, sino también de aquellos mensajes más sutiles trasmitidos día y noche por los cuerpos celestes. Por consiguiente los runas proyectan la figura y forma del Ampato sobre las estrellas en el ordenamiento de estrellas en constelaciones.

Finalmente, un dato que alarma, es que se parece que el sapo está desapareciendo. Información esta de las comunidades indígenas andinas de Pampas, Tayacaja-Huancavelica. En Santa Rosa – Melgar – Puno se maneja la información dado que mitológicamente el sapo y el lagarto se encuentran en juicio, y quien está ganando es el lagarto. Por esta razón dicen desde hace dos años aproximadamente ya no hay sapos en Santa Rosa.

En Pampas provincia de Tayacaja en Huancavelica, lugar considerado zona ecológica del sapo y a la que la municipalidad le hizo incluso un monumento, allí también registran que los sapos están desapareciendo y dicen que la razón es que se está usando o se ha abusado de muchos componentes agroquímicos que afectan el organismo de los sapos.

Esta última observación es en parte lo que me motivó para utilizar a este animal en el cuento, (cuento clic) como metáfora de las acciones del hombre sobre la naturaleza. El aniquilamiento de la madre-tierra a manos del ser humano. El aniquilamiento de lo sagrado a manos de la ciencia, con la excusa del avance y el progreso.

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