Jachakalla , hongo shamánico / Miércoles 2 de junio / Laura Alercia


El hongo shamánico (jachakalla) crece en el estiércol del ganado o en la madera húmeda y podrida de coníferas, luego de las lluvias. Lo usaron los shamanes andinos, siberianos y tibetanos para contactarse con la Súper dimensionalidad a fin de sobrellevar la vida terrenal que era considerada un castigo.

El hongo se ve reflejado en vasijas de la cultura Condorhuasi, pudiéndose apreciar el hongo con su típico sombrerete que se abre en cascos. En ciertos casos de vasijas realizadas “boca bajo” se ve reflejada la voluntad escultórica, que tuvo como referencia el hongo utilizado por los shamanes para entrar en trance y conseguir un contacto con la Bidimensionalidad.

La vasija se trabajaba boca abajo, dirigiendo su espiritualidad hacia el mundo subterráneo, dado que durante el trance shamanico los objetos son vistos desde su interior como si fueran mirados desde dentro de ellos mismos. Se realizaban mitogramas sobre cerámicas que se enterraban junto con el shaman dueño de la vasija a su muerte. En esas piezas el mitograma alusivo al hongo aparece puramente diseñado.

En las culturas indígenas americanas el consumo de los hongos solo debe hacerse en ceremonias rituales y guiados por personas que conozcan muy bien el sentido, y siempre y cuando se utilicen con ese fin determinado.

En el Méjico Prehispanico, en una antigua ceremonia, se comían unos hongos “nanacati” que tenían por efecto causar embriaguez, dar alucinaciones o, incluso, llevar a la lujuria. La mezcla de psicoactivos provocada un tipo de catarsis durante la cual el bebedor relataba sus conflictos y contestaba sus delitos sintiéndose después aliviado.

María Sabina Magdalena García (Videos 1 y 2) (1894-1985) fue una curandera indígena mazateca, originaria del pequeño poblado de Huautla de Jiménez, ubicado al sur de México. Sin proponérselo, María Sabina se convirtió en una celebridad nacional e internacional, debido a su extenso conocimiento en el uso ceremonial y curativo de los hongos psilocibios alucinógenos, que usualmente crecen en su natal región de Oaxaca. Se convirtió en un ícono para muchos simpatizantes del movimiento hippie. Ella era llamada curandera, chamán o chjine chjota (‘la que sabe’). Decía que sus conocimientos se basaban principalmente en su interacción con los hongos sagrados conocidos como teonanácatl, de la familia Psilocibe, a los que llamaba «niños santos».

Practicó la videncia y la medicina, cantando durante largas ceremonias, mezclando los conocimientos prehispánicos con la influencia del catolicismo.

Llevaba una vida simple, sembraba maíz y frijoles en su terreno, y no cobraba honorarios a sus pacientes, sino que esperaba que cada persona le diera algo voluntariamente.

Fue conocida en todo el mundo por el investigador Robert Gordon Wasson y su esposa Valentina Pavlovna, considerados los padres del estudio de los hongos, quienes escribieron estudios sobre el uso de la Amanita muscaria, que en la literatura infantil se representa con su sombrero rojo y pintas blancas. Gordon Wasson tuvo su primera experiencia con María Sabina en 1955. A partir de allí comenzó a publicar sus experiencias en libros y revistas, e inclusive un disco en el que registró los cantos de Sabina durante una ceremonia. Wasson también escribió el libro: El hongo maravilloso. Wasson catalogó con su propio nombre (Psilocibe wassonni) a uno de los hongos empleados en las ceremonias del «hongo sagrado», que antes no había sido clasificado.

Hay un mundo más allá del nuestro, un mundo que está lejos, también cercano e invisible. Ahí es donde Dios vive, donde vive el muerto y los santos. Un mundo donde todo ha pasado ya, y se sabe todo. Ese mundo habla. Tiene un idioma propio. Yo informo lo que dice. El hongo sagrado me toma de la mano y me lleva al mundo donde se sabe todo. Allí están los hongos sagrados, que hablan en cierto modo que puedo entender. Les pregunto y me contestan. Cuando vuelvo del viaje que he tomado con ellos, digo lo que me han dicho y lo que me han mostrado.

El escritor peruano Carlos Castaneda (1925-1998) siempre decía que tenía una conexión con María Sabina. Y hubo quienes (su ex esposa incluida) sugirieron que Castaneda inventó a su conocido personaje Don Juan basado en ella y en otro chamán llamado Salvador López.

Uno de los mundos de mayor sufrimiento de la cosmología budista, considera al hongo, por su forma de cúpula, como imagen del cielo primordial. Otros consideran, además, que tal como nacen los hongos de una misma situación climática, con variadas formas, representan las diversas modalidades que pueden ser atribuidas a un ser. Los dogos asocian a los hongos con las calidades del abdomen y a los instrumentos de música por lo que frotan los tambores con polvo de hongos para darles vida. Para los oroch de Siberia, los hongos son la reencarnación de las almas de los muertos arrojadas desde la Luna a la Tierra y para algunos pueblos del Congo el hongo es símbolo del alma.

Como puede apreciarse el hongo siempre es considerado como símbolo de la vida regenerada por la fermentación, la descomposición orgánica, es decir la muerte. Sin embargo los pueblos antiguos lo usaban como alimento para prolongar la vida sanamente. Como así también para poder conectar la vida de los vivos con la de los muertos, porque necesitaban contacto espiritual. Tratando de desarrollar un estado de desprendimiento del alma. Dicho de otra manera buscando un estado de abstracción del alma en el cual se podía acceder a conocimientos superiores, estados diferentes del consciente del yo.

Como hacer arte, que también es una manera de alterar nuestro estado interior, con el objetivo de ayudarnos a encontrar o intuir otros planos de conciencia para nuestra percepción, y descubrir caminos hacia nuestro interior.

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