Eckhart: visión del arte II / Notas de taller / julio 20

El alma tiene dos poderosas facultades, el intelecto y la voluntad, que se expresan a través de la visión y del amor. Ambas pueden ejercitarse exterior e interiormente.

1) En el “interior” donde las cosas existen como imágenes inteligibles, esas imágenes son un medio de comprensión y de comunicación intelectual como la vía que utiliza el hombre para generar su imaginación

Aquí las cosas se conocen en multiplicidad ininteligible y deben verificarse en unidad inteligible, aquí es donde se comprende el uso de las cosas, y es donde debe hacerse la renuncia de todos los usos: [«para encontrar a la naturaleza han de destruirse todas sus semejanzas y cuanto más lejos lleguemos en esto, tanto más cerca estaremos de la cosa real»]. Esa renuncia y esa destrucción pertenecen a la esencia del arte, pues en el arte todas las cosas se ven por igual sin ningún sentido de posesión, no en su naturaleza sino en su ser, de modo totalmente desinteresado.

Todo ritual, oficios y sacramentos son arte. «El sacramento alimenta como cualquier otro alimento. Pero no tiene nada de la naturaleza del pan». Como las demás obras de arte, que agradan a cualquier sentido, y que deben tomarse en otro sentido, alegórico o anagógico. El punto de vista católico es que aunque un hombre pueda ser atraído a una obra de arte, la voluntad puede pasar a racionalidad. Un sutra hindú dice que una pintura se pinta con colores «para atraer a los espectadores», pero sin embargo la pintura misma no está en los colores sino que permanece en el artista, y por el esfuerzo del espectador, de nuevo se reproduce como arte en él.

2) En el exterior, estas potencias del alma (intelecto y voluntad) corresponden a la vocación. El artista no es un tipo especial de hombre, sino que todo hombre es un tipo especial de artista. Las vocaciones corresponden a otras disciplinas diferentes; la conducta es otra disciplina propia de todos los hombres por igual. Toda actividad implica un proceso estético, una sucesión de problema, solución y ejecución. Siempre se actúa del mismo modo (voluntad sigue al intelecto).

Nuestro sistema de pensamiento moderno, ha sustituido a la división espiritual del trabajo por un sistema de castas, que divide a los hombres en especies. El artista no se concibe como intelectual, sino sólo como emocional en motivación y significado. Y el trabajador es forzado a trabajar ininteligentemente, puesto que las mercancías se valoran por encima de los hombres. El arte ahora un lujo, y no el tipo normal de toda actividad.

De manera que los únicos artistas que sobreviven, en el sentido escolástico y gótico, son los científicos, cirujanos e ingenieros, y los únicos talleres, los laboratorios.

Esa era la manera como los hombres cultos de París y de Colonia, en los siglos doce y trece (cuando el arte cristiano estaba en su cenit) concebían el arte. Prescribían los temas de arte y los detalles más esenciales de su iconografía. El trabajador (muchas veces un monje) o un hombre del gremio, añadía elementos a la forma, aparte de su pericia del oficio y su vocación. Así, el intelecto y la voluntad trabajaban en unanimidad.

La determinación de ese arte, lo que es común a la mente y al producto es lo que debe ser comprendido para comprender el arte cristiano. Las historias del arte vigentes descuidan la forma que mueve al arte desde dentro. A esas historias les importan solo los hechos de la historia, los accidentes de la procedencia e influencia, y los problemas de la atribución (cosas en las que el trabajador medieval no estaba interesado) y por otra parte, hay quienes insisten en que el goce de la obra de arte no requiere otra disciplina preparatoria, puesto que es un éxtasis ininteligible (lo cual puede admitirse) y puede enseñarse (lo cual es inadmisible). Son propensos a creer que el espejo del universo es la facultad intrínseca del ojo, que en realidad es «un engaño ya que se presta a intuiciones confortables de la divinidad».

El estudio del arte, desde un punto de vista histórico, es como una curiosidad y el supuesto goce de las obras de arte es como un placer del ojo o del oído, inofensivo en sí mismo. Pero eso solo es una sensación. Si eso fuera todo, la estética sería solo una discusión sobre el gusto.

Hablar del arte exclusivamente en términos de sensación es hacer violencia al hombre interior, el sujeto consciente; extraer del pensamiento de Eckhart una teoría del gusto sería hacer violencia a su unidad. Pero es necesario hacer una teoría del arte con el pensamiento de Eckhart para la interpretación específica del arte cristiano. Además, el punto de vista escolástico representa un modo de pensamiento universal que arroja luz sobre teorías análogas de Asia.

La doctrina de los tipos, ideas, formas o imágenes es fundamental para la comprensión de las referencias de Eckhart al arte. También se emplean las palabras apariencia, semejanza, símbolo, efigie, modelo, y prototipo. Entre todas éstas, tipo y prototipo, modelo, idea e ideal se usan sólo con referencia a cosas conocidas y vistas intelectualmente. Las otras (apariencia, semejanza, símbolo, modelo) se usan en el mismo sentido o con referencia a la imagen incorporada materialmente.

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