PIE / entre varios / Miércoles 21 de julio

Noche desesperadamente fría del 21 de julio, noche de dibujos, sopa de papa-puerro y charla sobre el pie, improvisada. Así, de pie, no abandonamos la tarea ni aún “abandonados”.
Por eso, para saber dónde estamos, el primer punto del cuerpo en el que debemos pensar es el “pié”, que es una manera de decir el mundo, la porción del globo que habitamos la mayor parte del tiempo.
No hay otra parte del universo que nos sirva más que aquella porción de planeta tierra donde se apoya el pie. Otra porción igual de universo nos hará falta inmediatamente, al culminar el próximo paso. Para entenderlo más claro, echamos mano del diestro pie de Cortázar, que lo pone a subir una escalera empezando por: “levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se la hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombres entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie.)”

Y en la misma sintonía, en el ritual de mis piernas, Neruda dice que tiene los pies cosquillosos y duros como el sol, y abiertos como flores,
y perpetuos, magníficos soldados
en la guerra gris del espacio,
todo termina, la vida termina definitivamente en mis pies
lo extranjero y lo hostil allí comienza:
los nombres del mundo, lo fronterizo y lo remoto,
lo sustantivo y lo adjetivo que no caben en mi corazón
con densa y fría constancia allí se originan.
Siempre,
productos manufacturados, medias, zapatos,
o simplemente aire infinito,
habrá entre mis pies y la tierra
extremando lo aislado y lo solitario de mi ser,
algo tenazmente supuesto entre mi vida y la tierra,
algo abiertamente invencible y enemigo.

Tiene la igual cantidad de dedos que la mano y puede realizar muchos movimientos, pero casi exclusivamente de locomoción. Sobre un pie, movemos el otro, y al cambiar el apoyo notamos que diferentes equilibrios. Cada pie nos sostiene de una manera levemente distinta. Cada pie camina distinto al otro. Como dos canales de diferente utilidad. Uno tiene más poder, el otro más velocidad, uno permite más equilibrio y el otro destrezas.
¿El calzado modifica su tamaño? Se vendaba el pie de la pequeña niña china, para formar sus pies de loto (menos de diez centímetros) que era signo femenino de belleza. Loto dorado (obra de arte y objeto de deseo) debían ser delgados, puntiagudos, arqueados, perfumados, suaves y simétricos. Símbolo erótico de pie, en los extremos: entre los primitivos y entre los refinados.
Son la base, pero ¿el sostén del cuerpo está ahí? No hallamos coincidencia. Algunos creen que sí, otros pensamos que el centro está en la columna y que el sostén está en la integridad de la columna vertebral. Por eso ese mal presagio del cojo, rengo, tullido, deforme, asimétrico y las palmípedas patas horribles y las pezuñas de los seres diabólicos, al contrario de unos pies desnudos, humildes, de los que se descalzan para pisar los lugares santos.

La voluntad de apropiación del territorio es la huella, y su dibujo impreso, según dónde se marque, deja leer el sexo, el peso y tamaño del cuerpo. Apropia lo que pisa, somete al enemigo derrotado y éste, se arrodilla a esos pies vencedores.

Quienes buscan, siempre deben buscar huellas, senderos que perfeccionen la búsqueda. Siempre hay rastros de los que preceden que orientan y que mejoran la búsqueda, las huellas que llevan al saber, al conseguir. De manera que es aun más especial, dichoso, aquel que sin moverse ya recorrió las distancias. No hay velocidad mayor, ¿el secreto? ... simple, es haber estado ahí.

Tres haikus:

Arena, escritura de pájaros, recuerdos del viento.

Delicado, nublándola, un pie toca el agua.

Otoño en un cruce, de pie, en cualquier dirección.

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