Catástrofe y gérmen / Gabriela Mateo / marzo 16

William Turner: "Tormenta de nieve: Aníbal y su ejército cruzando los Alpes", 1810-12. Londres, Tate Gallery

El acto de pintar remite necesariamente a una condición pre-pictórica y algo debe salir de lo que ese acto afronta. Es una síntesis de tiempo, una temporalidad propia de la pintura. Al ver el acto de pintar un cuadro y lo que sale de ese cuadro, tendríamos entonces una síntesis de tiempo propiamente pictórico que se puede ligar a la idea de un comienzo de un mundo. Los grandes pintores siempre hacen lo mismo: pintan el comienzo de un mundo. Ese es su asunto.

Deleuze introduce la noción de diagrama pictórico relacionando los conceptos de catástrofe, caos y germen. De forma tal que se manifiesta la catástrofe como un acto pre-pictórico de donde emerge la base geológica o armazón de la obra y en este punto el caos actúa barriendo los clichés y prejuicios, dejando al descubierto el diagrama de donde saldrá la obra, el caos germen de donde deviene el color, el ritmo, la figura.

El peligro se presenta cuando el caos inunda la obra generando una suerte de grisalla, donde todos los colores se mezclan perdiendo identidad y pureza. Por otro lado, un pintor puede tener varios diagramas, esto se debe a que ha terminado de analizar su diagrama y pasa a otro. El diagrama es aquella matriz desde donde aflora el estilo del pintor.

“Bajo esta fina lluvia respiro la virginidad del mundo, [¿Cuál virginidad? Se pregunta Deleuze, la del mundo antes del hombre y antes del mundo.] Un sentido agudo de los matices me invade. Me siento coloreado por todos los matices del infinito. En ese momento yo y mi cuadro somos un solo ser. (Cézanne).

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