Estructura del entorno / Natalia Ponce / Marzo 22

El hombre se hizo hombre con los instrumentos.

Se hizo o se produjo a si mismo haciendo o produciendo instrumentos. No existen los instrumentos sin el hombre ni el hombre sin los instrumentos, aparecieron simultáneamente y están indisolublemente ligados entre si. (Los origenes del arte, Ernst Fischer)



La colocación del objeto en relación al espacio, el objeto liberado de su función.

La configuración del mobiliario es una imagen fiel de las estructuras familiares y sociales de una época. Se tiende a la acumulación y a la ocupación del espacio, a su cierre, y la infuncionalidad, inamovilidad, a la presencia imponente y a la etiqueta jerárquica son sus características. Los objetos ocupan no tanto un espacio sino un orden moral.

Los muebles y objetos cumplen con la función de personificar las relaciones humas, poblar el espacio que comparten y poseer un alma. La dimensión real en la que viven esta cautiva en la dimensión moral a la cual deben significar. Seres y objetos están ligados y cobran un valor afectivo, una “presencia” que deja una fuerte impresión en el recuerdo donde poseen una configuración simbólica, y conforman la morada.

Al mismo tiempo que cambian las relaciones del individuo con la familia y con la sociedad, cambia el estilo de los objetos mobiliarios. La organización cambia, las cosas se repliegan y se pliegan, desaparecen y entran en escena en el momento deseado. Estas innovaciones modernas no constituyen una improvisación libre sino es el resultado de una adaptación forzosa a la falta de espacio. Es la pobreza que da lugar a la invención y la “falta de estilo” corresponde a una falta de espacio. Y así se presenta un conjunto moderno desestructurado que pierde el poder de expresión del antiguo orden simbólico.

Individuos y objetos se liberan del simbolismo moral de su uso y de su pertenencia familiar. Pero esta liberación es parcial ya que la ausencia de una restructuración del espacio significa la liberación de la función del objeto y no del objeto mismo.

Hoy en día los objetos dejan de traslucir que es aquello para lo cual sirven. Son libres como objetos de función, solo poseen la libertad de funcionar. Y mientras el objeto no esta liberado mas que en su función, recíprocamente, el hombre no esta mas liberado que como utilizador de este objeto. Una cama es una cama, una silla una silla, no hay relación entre ellas mientras sirven nada mas que para lo que sirven. Sin relación no hay espacio pues el espacio no existe sino abierto, suscitado, ritmado, ampliado por una correlación de los objetos y un rebasamiento de su función en esta nueva estructura. El espacio es la libertad real del objeto su función no es mas que su libertad formal.

Los valores simbólicos y los valores del uso se esfuman detrás de los valores organizacionales. Sustancia y forma de los antiguos muebles quedan abandonados.

Ya no se le da un alma a los objetos.

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