Objetos domésticos, el automóvil / abril 12 / Agustina MP

El sistema descansa en el concepto de funcionalidad (el color, la forma, etc.) todo es funcional.
El objeto tiene pretensiones, hagamos de cuenta que el objeto tiene deseos de progreso. Por eso todos los objetos pretenden ser funcionales.

El término función es antiguo, el objeto se consuma en su relación con el mundo real y con las necesidades del hombre.
La funcionalidad no es un fin en sí mismo, sino que está ligado a un sistema , y es además, la capacidad de integrarse a un conjunto.
El objeto quiere trascender su función y convertirse en elemento del juego del sistema universal de signos.
Podría decirse que el sistema funcional es un rebasamiento del sistema tradicional en sus tres aspectos:
1. Función primaria del objeto. 2. Las necesidades del objeto. 3. La relación simbólica entre ambos.

La coherencia del sistema de los objetos es tal que los objetos no tienen valor propio sino una función en el universo de los signos.
El orden de la naturaleza también cumple con la regla de las tres funciones la materialidad de los objetos no choca con la de las necesidades, sino que se insertan uno en otro.

MORADA Y AUTOMOVIL
La casa (como objeto) pertenece al campo de lo privado que reagrupa a su vez a todos los objetos cotidianos (muebles, vajilla, etc.). Pero hay una dimensión exterior que constituye primera dimensión del sistema por sí solo: el automóvil. Resume todos los aspectos del análisis. Es la abstracción de todo fin práctico en la velocidad y prestigio.

“Objeto por excelencia, puesto que resume todos los aspectos del análisis: la abstracción de todo fin práctico en la velocidad, el prestigio, la connotación formal, la connotación técnica, la diferenciación forzada, la inversión apasionada, la proyección fantasmagórica.
Mejor que en cualquiera otra parte podemos observar allí la colusión de un sistema subjetivo de necesidades y de un sistema subjetivo de producción.”

La posición del auto en el sistema global entra como complemento de los demás objetos (que son parciales y menos complejos).
Sólo todos los objetos juntos como sistema podrían tener un valor de posición igual al auto.
La esfera de lo doméstico prevalece sobre la esfera de las conductas automovilísticas. Entonces podemos decir que son dos polos del sistema binario 1.Sistema de objetos cotidianos (hogar) 2. Automóvil.
El automóvil agrega una dimensión de poderío: cobra las dimensiones del mundo. El desplazamiento es una necesidad y la velocidad un placer.
El poseer un auto es una “cédula de ciudadanía” (si a uno le quitan la licencia, se siente “excomulgado” del sistema).
El auto es un objeto sublime: la materia que transforma espacio y tiempo.
La velocidad no es igual a movimiento. La velocidad está fundada en lo imaginario, en el milagro del desplazamiento. Representa la movilidad sin esfuerzo.
La velocidad reduce al mundo a dos dimensiones: tiempo y espacio. Donde la velocidad como cosa en sí misma es la contemplación o inmovilidad sublime.

“El movimiento – dice Schelling – no es sino la búsqueda del reposo. Más allá de cien kilómetros por hora hay presunción de eternidad (de neurosis, también, quizá). Esta seguridad de un más allá o de un más acá del mundo es el alimento de la euforia por el automóvil, que nada tiene de un tono activo: es una satisfacción pasiva, pero cuya decoración cambia continuamente”. Y esta euforia dinámica, hace de antítesis de las satisfacciones estáticas (el hogar).

El auto es esa “tierra de nadie” entre el lugar de trabajo y la casa familiar. Por lo que el auto es también una morada, esfera encerrada de intimidad, pero dotada de libertad.
La intimidad del auto es la del auto es la del metabolismo acelerado Tiempo, Espacio, y el lugar siempre posible del accidente que tienen la posibilidad de culminar en Muerte.
No hay ningún objeto que ofrezca esta sublimación. El auto representa un esquema “vertical” de tercera dimensión comparada con la “horizontalidad” de la cotidianeidad doméstica. Este esquema vertical está liberado de limitaciones sociales, el auto despliega su prestigio más allá de la sociedad.
Hogar y Auto, participan de la abstracción privada y forman un binomio comparable a Trabajo-Ocio que también constituyen la cotidianeidad.

Esta bipolaridad, auto excéntrico al hogar y a su vez complementario, coincide con el reparto sociológico de los papeles conforme al sexo.

“El auto es patrimonio del hombre y la batidora es patrimonio de la mujer”.

El hombre reina en el exterior. La velocidad: trasciende en intimidad, es el dominio del espacio y el ejercicio de poderío que es proyección narcisista.

Pensemos en el valor erótico del auto.
La movilidad y la velocidad representan: tono, brío, audacia y favorece la relación erótica por proyección narcisista doble en el mismo objeto fálico: auto (objeto) y velocidad (función).

El valor erótico desempeña aquí el papel que la imagen desempeña en la masturbación, por lo que el auto no es un objeto mujer. “Si toda la publicidad habla como si así fuese: “ligera, cómoda, práctica, obediente, ardiente”, se debe a la feminización generalizada de los objetos en el mundo publicitario, pues la mujer-objeto es el esquema de persuasión, la mitología social más eficaz. Todos los objetos, y por consiguiente también el automóvil, se hacen mujer para ser comprados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario