El sistema descansa en el concepto de funcionalidad (el color, la forma, etc.) todo es funcional.
El objeto tiene pretensiones, hagamos de cuenta que el objeto tiene deseos de progreso. Por eso todos los objetos pretenden ser funcionales.
El objeto tiene pretensiones, hagamos de cuenta que el objeto tiene deseos de progreso. Por eso todos los objetos pretenden ser funcionales.
El término función es antiguo, el objeto se
consuma en su relación con el mundo real y con las necesidades del hombre.
La funcionalidad no es un fin en sí mismo,
sino que está ligado a un sistema , y es además, la capacidad de integrarse a
un conjunto.
El objeto quiere trascender su función y
convertirse en elemento del juego del sistema universal de signos.
Podría decirse que el sistema funcional es un
rebasamiento del sistema tradicional en sus tres aspectos:
1. Función primaria del objeto. 2. Las
necesidades del objeto. 3. La relación simbólica entre ambos.
La coherencia del sistema de los objetos es
tal que los objetos no tienen valor propio sino una función en el universo de
los signos.
El orden de la naturaleza también cumple con
la regla de las tres funciones la materialidad de los objetos no choca con la de
las necesidades, sino que se insertan uno en otro.
MORADA Y AUTOMOVIL
La casa (como objeto) pertenece al campo de
lo privado que reagrupa a su vez a todos los objetos cotidianos (muebles,
vajilla, etc.). Pero hay una dimensión exterior que constituye primera dimensión del
sistema por sí solo: el automóvil. Resume todos los aspectos del análisis. Es
la abstracción de todo fin práctico en la velocidad y prestigio.
“Objeto por excelencia, puesto que resume
todos los aspectos del análisis: la abstracción de todo fin práctico en la
velocidad, el prestigio, la connotación formal, la connotación técnica, la
diferenciación forzada, la inversión apasionada, la proyección fantasmagórica.
Mejor que en cualquiera otra parte podemos
observar allí la colusión de un sistema subjetivo de necesidades y de un
sistema subjetivo de producción.”
La posición del auto en el sistema global
entra como complemento de los demás objetos (que son parciales y menos
complejos).
Sólo todos los objetos juntos como sistema
podrían tener un valor de posición igual al auto.
La esfera de lo doméstico prevalece sobre la
esfera de las conductas automovilísticas. Entonces podemos decir que son dos
polos del sistema binario 1.Sistema de objetos cotidianos (hogar) 2. Automóvil.
El automóvil agrega una dimensión de poderío:
cobra las dimensiones del mundo. El desplazamiento es una necesidad y la
velocidad un placer.
El poseer un auto es una “cédula de
ciudadanía” (si a uno le quitan la licencia, se siente “excomulgado” del
sistema).
El auto es un objeto sublime: la materia que
transforma espacio y tiempo.
La velocidad no es igual a movimiento. La
velocidad está fundada en lo imaginario, en el milagro del desplazamiento.
Representa la movilidad sin esfuerzo.
La velocidad reduce al mundo a dos
dimensiones: tiempo y espacio. Donde la velocidad como cosa en sí misma es la
contemplación o inmovilidad sublime.
“El movimiento – dice Schelling – no es sino
la búsqueda del reposo. Más allá de cien kilómetros por hora hay presunción de
eternidad (de neurosis, también, quizá). Esta seguridad de un más allá o de un
más acá del mundo es el alimento de la euforia por el automóvil, que nada tiene
de un tono activo: es una satisfacción pasiva, pero cuya decoración cambia
continuamente”. Y esta euforia dinámica, hace de antítesis de las
satisfacciones estáticas (el hogar).
El auto es esa “tierra de nadie” entre el
lugar de trabajo y la casa familiar. Por lo que el auto es también una morada,
esfera encerrada de intimidad, pero dotada de libertad.
La intimidad del auto es la del auto es la
del metabolismo acelerado Tiempo, Espacio, y el lugar siempre posible del
accidente que tienen la posibilidad de culminar en Muerte.
No hay ningún objeto que ofrezca esta
sublimación. El auto representa un esquema “vertical” de tercera dimensión
comparada con la “horizontalidad” de la cotidianeidad doméstica. Este esquema
vertical está liberado de limitaciones sociales, el auto despliega su prestigio
más allá de la sociedad.
Hogar y Auto, participan de la abstracción
privada y forman un binomio comparable a Trabajo-Ocio que también constituyen
la cotidianeidad.
Esta bipolaridad, auto excéntrico al hogar y
a su vez complementario, coincide con el reparto sociológico de los papeles
conforme al sexo.
“El auto es patrimonio del hombre y la
batidora es patrimonio de la mujer”.
El hombre reina en el exterior. La velocidad:
trasciende en intimidad, es el dominio del espacio y el ejercicio de poderío
que es proyección narcisista.
Pensemos en el valor erótico del auto.
La movilidad y la velocidad representan:
tono, brío, audacia y favorece la relación erótica por proyección narcisista
doble en el mismo objeto fálico: auto (objeto) y velocidad (función).
El valor erótico desempeña aquí el papel que
la imagen desempeña en la masturbación, por lo que el auto no es un objeto
mujer. “Si toda la publicidad habla como si así fuese: “ligera, cómoda,
práctica, obediente, ardiente”, se debe a la feminización generalizada de los
objetos en el mundo publicitario, pues la mujer-objeto es el esquema de
persuasión, la mitología social más eficaz. Todos los objetos, y por
consiguiente también el automóvil, se hacen mujer para ser comprados.
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